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Narración Paradójica

Escrito por: Isaac Mariano


Recientemente, tuve un intercambio con mi editor, en el que hablamos sobre el punto de vista y el tiempo narrativo. Quienes han leído mis libros y relatos saben que prefiero escribir en pasado, es decir, los eventos se relatan desde un futuro no definido. Nunca me he sentido cómodo escribiendo ni leyendo en presente, de alguna manera me da la sensación de que el narrador expone las cosas como si estuviera ensayando una coreografía, viéndolo todo en cámara lenta, como cuando un superhéroe anuncia el nombre de su habilidad especial. Al tiempo narrativo, tenemos que agregar el punto de vista, ya sea en primera persona, tercera persona limitado, omnisciente, entre otros. Personalmente, me inclino por el punto de vista en primera persona, se siente más íntimo, más intenso, a la vez que agrega límites y retos con respecto a cuánto puede el protagonista percibir con sus sentidos, es decir, un narrador en primera persona no puede decirte lo que siente otro personaje, tan solo puede intuir.
Uno de mis libros favoritos y que más me han influenciado, «Jane Eyre» de Charlotte Brontë, hace uso de esta combinación, la protagonista narra los eventos en primera persona y en pasado, esto, porque es narrado desde el futuro, diez años después (esto le permite a la protagonista hablar también en presente, cuando así conviene, sin romper el estilo).
Por supuesto, esto nos permite inferir que, al ser la misma protagonista quien narra o escribe los eventos del relato, el personaje sobrevivió y que tiene que ser, al menos, físicamente capaz de narrar o escribir dicho relato. Esto también significa que el relato que leemos es un objeto tangible dentro del universo que se narra, es decir, el protagonista lo escribió, puede ser un libro, un diario, una carta, o puede estarlo narrando a otro personaje, sus hijos, un amigo, un familiar fallecido, la narración ocupa un tiempo y un espacio en la cronología del personaje. Y si nosotros lo leemos, eso quiere decir que cualquier otro personaje dentro del universo lo podría leer.
Estos dos aspectos son cohesivos, no se puede tener uno, sin el otro. Hacen al relato verosímil, son mecanismos rígidos.
¿Pero, qué sucedería si rompiéramos esas reglas? ¿Si quisiéramos ignorar estas restricciones? 
¿Se consideraría como hacer trampa? ¿Restaría credibilidad al argumento? ¿Valdría la pena arriesgar verosimilitud en favor de un poco de impredecibilidad?
Si el protagonista no sobrevive, ni tiene las facultades para narrar la historia en primera persona y en pasado, ¿entonces quién está narrando la historia?
No tiene sentido.
He ahí el dilema, lo que yo llamo: «Narración Paradójica».
A continuación espóileres del final de mi primer libro, Terminal 01: Quienes lo han leído podrán identificar a qué me refiero. Terminal 01 es narrado en primera persona y en pasado, es decir, el protagonista narra los eventos desde un futuro no definido, excepto que Lorenzo, el protagonista, sufre un percance, y por consiguiente uno de los dos puntos de la relación desaparecen.
Recordemos, si el punto de vista es en primera persona, y el tiempo es pasado, entonces:
1. El personaje sobrevive o es físicamente capaz de narrar/escribir.
2. El relato es un objeto tangible en el universo narrado.
En el caso de Terminal 01, al concluir el relato, ya el primer punto no se cumple, Lorenzo es incapaz de narrar o escribir el relato. Y como decía que ambos elementos son cohesivos, entonces concluimos que el relato deja de ser un objeto tangible en el universo narrado. Es decir, ningún otro personaje podría conocer ese relato. Es algo que solo existe en el cerebro del protagonista.
Ahí es donde se da la ruptura de la verosimilitud. Porque si el relato existe únicamente en el cerebro de Lorenzo, entonces ¿cómo lo leímos?, ¿en qué momento el protagonista lo narró? Tales dilemas no existen en otros tipos de narradores, como el narrador en tercera persona, que, para ilustrarlo, es similar al de una cámara durante una película, la cámara no es un personaje, simplemente capta los sucesos y los muestra a la audiencia. Tampoco es un problema en el narrador omnisciente, este que tampoco es un personaje, y que es más poderoso que una cámara, puede leer pensamientos y saltar de cabeza en cabeza.
Otro ejemplo es mi cuento corto, Bebé: en el relato, el protagonista cuenta diferentes sucesos, algunos en apariencia sobrenaturales, es un narrador en el que no podemos confiar, no sabemos si dice la verdad, sin embargo, conforme avanza el relato, el testimonio cobra más realismo. Hasta que, al final, el protagonista es asesinado por una muchedumbre. Otra vez vemos cómo el primer punto se pierde. El protagonista no sobrevive al relato, entonces, ¿cómo es posible que lo haya narrado hasta el final?
Quizá es un estilo que no tiene sentido, pero es mi predilecto. Al intentar utilizar la lógica solo llego a las conclusiones anteriores, no es fácil de explicar, solamente queda a criterio del lector determinar si la ejecución justifica la narración. Una donde el protagonista no tiene garantías y donde sus relatos no son accesibles en su universo. Quizá el narrador y el lector existen en planos distintos donde la única forma de obtener un vistazo al relato es a través de una narración irracional e impredecible.
¿Y ustedes? ¿Qué punto de vista y tiempo narrativo prefieren?