Esta es, quizá, mi escena favorita de toda la película. Entré al cine un tanto escéptico, el tráiler de la película no me había sorprendido ni emocionado, y dudaba que pudieran superar la primera entrega, la cual considero casi perfecta, ¿comprensible, no?
Sin embargo, durante esta escena todas esas dudas desaparecieron. La forma en la que transmiten la emoción de manera tan natural y “sin esfuerzo” es magistral. Dos amigos poniéndose al día, con un sutil trasfondo romántico. Cuando pensaba por qué esa escena me había impactado tanto, recordé aquella escena de Aquaman donde Arthur y Mera visitan Sicilia, una escena que casi hace retorcerme de lo incómoda y forzada que fue, nada se siente natural, los chistes no tienen sentido, vemos dos superhéroes que no usan sus poderes, que intentan ser humanos, sin lograrlo.
Si contrastamos con la escena de Miles y Gwen, ambos son superhéroes, hacen uso de sus capacidades y son humanos también en sus interacciones y sus intenciones. Vemos un Miles que eleva su voz, que quiere hacer parecer que es mucho más maduro de lo que es, que es aún torpe en sus movimientos y, sin embargo, finge que todo es calculado, y eso me parece perfecto, construye personalidad, lo hace más creíble.
Y luego Gwen, que a la par de Miles es mucho más segura, sus movimientos más agraciados, en armonía con su persona bailarina. Ella se jacta de los acontecimientos recientes y de todo lo que ha aprendido y conocido y a la vez no se deja engañar (en el sentido jocoso y amistoso) por Miles, y constantemente lo impulsa a demostrar lo que dice. Ambos se conocen bien y tienen una dinámica natural, se retan y se divierten.
Cada vez que se columpian, Miles pierde de vista a Gwen, mientras que Gwen nunca pierde de vista a Miles, denotando así su maestría a la hora de columpiarse. Ni siquiera nos damos cuenta en qué momento Gwen cuelga del tobillo, lo que sí vemos es a un Miles luchando para demostrar que no tiene problema en llevar el ritmo de ella. Recalcar la genialidad en el momento que Miles cruza en medio de un cabezal y un vagón, cuando su traje se ve reflejado de manera fugaz en ambos retrovisores.
Conforme Gwen le cuenta a Miles todo lo que ha hecho, Miles reconoce que nada de lo que él ha hecho se compara, y, sin embargo, no quiere quedarse atrás. Su objetivo es causar una impresión en Gwen, mientras que el objetivo de Gwen es visitar a su amigo, porque es inevitable para ella, porque en el fondo, también siente algo por Miles (tal y como lo confiesa luego en esa escena espléndida en la que los dos están sentados de cabeza, lo que decía de explotar la personalidad y capacidades de los superhéroes).
Es difícil de describirlo, pero me quedé sin aliento, casi se me salen las lágrimas, me hizo sentir demasiado bien. Sin contexto, puede parecer una escena sencilla con dos Spider-Man columpiándose, pero es mucho más que eso. La combinación de la música, la cámara, los movimientos, la velocidad, el vértigo, los diálogos, la actuación tan genuina, generan un sentimiento que congela el tiempo, un momento en el que nada importa, una burbuja, solo existen los dos, sin preocupaciones, sin responsabilidades.
“Look at you”.
“Look at me!”.
Cierro con esto, porque me encanta la respuesta de Miles, porque es casi improvisada, porque lo toma por sorpresa, porque finalmente logró que Gwen lo reconozca, y aunque la intención de Gwen podría ser distinta, para Miles puede significar el mundo.